
27 Mar La mediación terapéutica
Uno de los aspectos más profundos y transformadores de la mediación es precisamente su dimensión terapéutica, entendida no en el sentido clínico, sino en su capacidad de restaurar vínculos, aliviar tensiones y sanar relaciones deterioradas por el conflicto.
Estos son algunos de los aspectos terapéuticos de la mediación:
Restaurar la comunicación
El primer paso terapéutico es el más básico: volver a hablar. En muchos conflictos, las partes han dejado de escucharse. El espacio de mediación permite que, con ayuda de un tercero imparcial, puedan expresar sus preocupaciones, frustraciones y necesidades de forma segura y sin juicio. Esto, en sí mismo, ya tiene un valor reparador.
Reconocimiento y validación
Cuando una persona se siente escuchada y comprendida —aunque no se le dé necesariamente la razón— se produce un efecto calmante. Sentirse visto y validado emocionalmente puede reducir la hostilidad y abrir la puerta a la colaboración.
Transformación del conflicto
La mediación no solo busca resolver el problema visible, sino que también permite comprender el origen profundo del conflicto. Muchas veces lo que está en juego no es solo un desacuerdo material, sino heridas emocionales, desconfianzas o miedos. A través del diálogo, estas capas más profundas pueden salir a la luz y empezar a transformarse.
Empoderamiento y responsabilidad compartida
En un juicio, una tercera persona decide por las partes. En la mediación, son ellas quienes construyen el acuerdo. Esto es clave: tomar decisiones de forma conjunta empodera, responsabiliza y fortalece la relación. No hay imposición, hay compromiso.
Preservar y fortalecer el vínculo
Cuando las partes tienen que seguir tratándose (como ocurre en conflictos familiares, vecinales, laborales, entre socios o copropietarios), lo más saludable es no solo resolver el conflicto, sino reparar la relación lo suficiente como para que la convivencia o la colaboración futura sea viable y más serena.
Lo positivo de llegar a un acuerdo
- Paz mental: Llegar a un acuerdo reduce la incertidumbre, el desgaste emocional y la ansiedad que genera el conflicto no resuelto.
- Satisfacción personal: Saber que uno ha contribuido a una solución dialogada y justa genera una sensación positiva de logro.
- Mejora de la relación: Aunque no se vuelvan “amigos”, las partes que llegan a acuerdos suelen relacionarse después con más respeto y menor tensión.
- Prevención de nuevos conflictos: El proceso de mediación enseña habilidades de comunicación y resolución que pueden evitar futuros malentendidos.
En definitiva, la mediación ofrece un camino que no solo resuelve el problema, sino que cuida a las personas y sus relaciones. Y eso tiene un valor incalculable.
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