
11 Sep Enric Soriano Ortín: “El ejercicio consciente del Derecho es el verdadero camino para construir un mundo más justo y para sanar los vínculos y las relaciones”
Enric Soriano Ortín: “El ejercicio consciente del Derecho es el verdadero camino para construir un mundo más justo y para sanar los vínculos y las relaciones”
Entrevista a Enric Soriano Ortín, abogado colaborativo sistémico, mediador, conciliador, coach jurídico y terapeuta en constelaciones sistémicas y PNL. Presidente de la Asociación Internacional de Derecho Sistémico. CEO y fundador de ISDM (Instituto Sistémico de Derecho y Mediación).
Abogado colaborativo, mediador, terapeuta en constelaciones sistémicas y consultor organizacional, Enric Soriano Ortín representa una de las voces más inspiradoras de un nuevo paradigma en la práctica de la abogacía y de la mediación. Desde hace años impulsa una mirada sistémica al Derecho, basada en la comprensión profunda y consciente de los vínculos, el reconocimiento y la responsabilidad.
Ahora anuncia un proyecto transformador que —según él— puede cambiar radicalmente la vida personal y profesional de juristas, jueces, mediadores y gestores de conflictos. Hablamos con él sobre Derecho sistémico, mediación, constelaciones y este nuevo horizonte que ya empieza a vislumbrarse.
Entrevista
Enric, hablas a menudo de “derecho sistémico”, “abogacía consciente” y “mediación sistémica”. ¿Cómo definirías en pocas palabras este nuevo paradigma?
El nuevo paradigma que aporta la sistémica aplicada al Derecho y a la mediación consiste en pasar de resolver conflictos únicamente en el plano jurídico a comprender y transformar las dinámicas profundas que los originan, integrando la dimensión humana, emocional y relacional junto a la legal.
Me refiero al ejercicio consciente del Derecho como una manera de entender y practicar la profesión jurídica y de resolver los conflictos desde una mirada integral, ética y sistémica, que va más allá de la simple aplicación técnica de leyes, normas y procedimientos.
Implica que el profesional del Derecho —abogado, mediador, juez o cualquier operador jurídico— se relacione con su tarea desde la presencia, la responsabilidad y la conexión con el propósito profundo de la justicia, teniendo en cuenta tanto a las personas implicadas en los conflictos como a los sistemas familiares y de relaciones sociales a los que pertenecen.
¿Cuál fue tu camino personal y profesional hasta llegar a integrar el Derecho con las constelaciones y configuraciones sistémicas?
Paralelamente a mi práctica profesional como abogado, desde hace aproximadamente 15 años he orientado mi vida al ámbito del autoconocimiento y del crecimiento personal, y me di cuenta de la importancia de adaptarlo al mundo del Derecho y de la resolución de conflictos. Me inicié en la meditación, después me formé en PNL y, posteriormente, en pensamiento sistémico, consultoría organizacional sistémica y eneagrama. Sigo y seguiré ampliando mi formación y experiencia en estos ámbitos y en otros campos de raíz humanista. Nunca se termina de aprender. Es un proceso continuo de formación y aprendizaje.
¿Qué papel juega la PNL (programación neurolingüística) dentro de este enfoque integrador que propones?
En el Derecho Sistémico, la PNL actúa como una herramienta que potencia la comunicación, la autogestión y la transformación de creencias, facilitando procesos más humanos, eficaces y conscientes en la resolución de conflictos. En Derecho y en Mediación, la forma en que se formulan preguntas, se escucha y se comunica puede abrir o cerrar caminos en un proceso. La PNL aporta técnicas para desarrollar una escucha activa más allá de las palabras, captando emociones, creencias y patrones inconscientes que influyen en la manera en que las personas viven y gestionan los conflictos.
También permite utilizar un lenguaje preciso y transformador que invite a la reflexión y a la cooperación, en lugar de alimentar la confrontación. También sirve para identificar el mapa mental del cliente o de la contraparte y adaptar el discurso para generar entendimiento.
A muchos profesionales les puede sorprender el vínculo entre Derecho y constelaciones sistémicas. ¿Cómo reaccionas ante el escepticismo?
Entiendo que pueda generar escepticismo. Durante siglos, el Derecho se ha enfocado principalmente en normas y procedimientos, por eso resulta novedoso hablar de dinámicas emocionales y sistémicas. Es natural que al principio, sin una mínima base de conocimiento sobre la materia, se cuestione esta integración.
Ese escepticismo proviene de una imagen distorsionada de las constelaciones, ya que hay quien las asocia —muy equivocadamente— a rituales o prácticas esotéricas. Hay que dejar claro que hablamos de herramientas de observación y análisis, no de creencias.
Cuando hablamos de constelaciones en el ámbito jurídico, no nos referimos a algo místico. Son dinámicas que permiten visualizar de forma clara la estructura de un conflicto: quiénes están implicados, qué vínculos existen y dónde se encuentran los bloqueos. Esto nos ayuda a entender mejor la situación y a diseñar estrategias legales más completas y humanas.
Es importante aclarar que el Derecho Sistémico no reemplaza la ley, sino que la integra con una visión más amplia: la norma sigue siendo la base, mientras que la sistémica aporta información emocional y relacional que la ley no contempla, pero que influye en el resultado. El juez dicta sentencia basándose en la ley. El enfoque sistémico nos ayuda a comprender el contexto humano que llevó a ese litigio, lo que puede mejorar nuestra estrategia, la comunicación con el cliente y la búsqueda de acuerdos.
¿Cómo se aplica la mirada sistémica en un conflicto jurídico concreto? ¿Nos puedes poner un ejemplo real (preservando la confidencialidad)?
El primer paso es que el profesional —ya sea abogado, mediador o juez— adopte una actitud de observación más amplia, donde, además de los hechos y documentos, tenga en cuenta las relaciones, emociones y la historia que rodea el conflicto. Esto se traduce en diversas acciones muy concretas. Por ejemplo: formular preguntas diferentes que vayan más allá de los aspectos técnicos, como “¿Quién más se ve afectado por esta situación?” o “¿Qué no se ha dicho aún y es importante que se escuche?”. También puede implicar usar recursos visuales o dinámicas breves que permitan a las partes ver el conflicto desde otra perspectiva, algo muy útil en mediaciones familiares, herencias o conflictos empresariales.
En algunos casos, se realizan constelaciones jurídicas, que son ejercicios en los cuales se representan simbólicamente las partes, la ley y los elementos clave del conflicto. Esto ayuda a identificar bloqueos y a encontrar soluciones que respeten tanto el marco legal como la estructura emocional y relacional del sistema.
En un conflicto hereditario, donde el problema podía parecer económico y los hermanos no se ponían de acuerdo sobre qué hacer con la casa heredada de los padres —si bien se podría haber optado por tasar el bien e instar una división judicial de la herencia—, descubrimos, mediante preguntas adecuadas, toda una serie de lealtades invisibles que mantenían el conflicto. En este caso, la intervención sistémica consistió en una visualización que permitió que cada uno de los hermanos comprendiera la emoción y el sentimiento de los demás —nunca antes expresados—. Eso hizo posible que todos aportaran soluciones prácticas que condujeron a un acuerdo.
En el ámbito de la mediación y los MASC, ¿cómo puede enriquecer esta mirada sistémica los procesos actuales?
La mirada sistémica aporta una profundidad y una comprensión que complementan las metodologías tradicionales de mediación y otros MASC. Estos procesos ya buscan el diálogo y el acuerdo, pero muchas veces se quedan en la superficie de lo que se discute. La sistémica nos permite ir a la raíz del conflicto, identificar las emociones, lealtades y dinámicas invisibles que lo sostienen y que, si no se atienden, hacen que los acuerdos se rompan o que el conflicto se repita.
Por ejemplo, en una mediación familiar no solo se trata de negociar tiempos de custodia o pensiones, sino de ver qué hay detrás: quizá un padre que se siente excluido, una madre con una herida de abandono o un hijo atrapado entre sus lealtades hacia ambos progenitores. Cuando estas dinámicas se visibilizan y se reconocen, el proceso se transforma: las partes se sienten verdaderamente escuchadas y se abren a soluciones más creativas, humanas y sostenibles.
Además, esta mirada ayuda a los mediadores a mantenerse centrados, evitando quedar atrapados en las emociones de las partes y ampliando su visión sobre el sistema completo. En definitiva, enriquece la mediación al añadir una capa de conciencia y profundidad que permite que los acuerdos no solo cierren un expediente, sino que restauren el equilibrio y fortalezcan las relaciones.
Has creado recientemente el Instituto Sistémico de Derecho y Mediación (ISDM). ¿Puedes adelantarnos de qué se trata esta iniciativa?
ISDM es un proyecto pionero y único en el mundo que responde a una doble necesidad: en primer lugar, formar a juristas y profesionales de la resolución de conflictos en la aplicación del pensamiento sistémico a su profesión y, en segundo lugar, facilitar herramientas de autoconocimiento, crecimiento personal y gestión emocional a estos profesionales y a líderes organizacionales y gestores de equipos humanos, para aplicarlas a su vida personal y a su profesión.
Nuestro objetivo es claro: preparar líderes conscientes y transformadores que, con una mirada humanista, sean capaces de generar soluciones más justas, profundas y sostenibles.
Dicen que este proyecto puede transformar la vida personal y profesional de abogados, jueces y mediadores. ¿Es una formación, una comunidad, una herramienta? ¿Qué lo hace tan especial?
ISDM es mucho más que un centro de formación. Es un espacio de transformación, un lugar donde el conocimiento jurídico se encuentra con la dimensión humana para crear una nueva manera de entender el Derecho, la mediación y el liderazgo. Nuestro propósito es preparar a los profesionales de hoy para los retos de mañana, con conciencia, empatía y visión sistémica.
Lo que hacemos en ISDM es mucho más que impartir formaciones. Es cierto que ofrecemos programas, talleres y espacios de formación técnica, pero nuestra propuesta va más allá: es una experiencia transformadora que integra conocimiento, vivencia y comunidad. Lo que hace especial este proyecto es su mirada integral. Queremos que los profesionales se conozcan a sí mismos, desarrollen habilidades emocionales y aprendan a ver los conflictos desde una perspectiva más amplia y humana. Cuando un abogado, juez o mediador comprende las dinámicas invisibles que hay detrás de un caso, cambia completamente la manera en que interviene y también su relación con la profesión.
Además, creamos comunidad. ISDM es un punto de encuentro donde profesionales de distintos ámbitos comparten experiencias, se apoyan y crecen juntos. Este sentido de pertenencia es clave para que el cambio no sea solo individual, sino también colectivo.
Por eso decimos que ISDM es una formación, una herramienta y una comunidad a la vez. Pero, sobre todo, es un espacio que invita a mirar más allá de la ley y de los procedimientos, y a ejercer el Derecho y la mediación con más conciencia, equilibrio y humanidad. Eso es lo que realmente transforma vidas y carreras profesionales.
¿Qué impacto esperas que tenga este nuevo proyecto en la cultura jurídica actual?
El sueño es que este proyecto contribuya a un cambio de mirada en el mundo jurídico, llevándolo de un modelo centrado exclusivamente en la norma y el procedimiento hacia una práctica más humana, consciente y transformadora.
Durante mucho tiempo, la cultura jurídica ha estado marcada por la idea de ganar o perder, de defender posiciones enfrentadas, a menudo sin atender a las emociones y relaciones que hay detrás de cada caso. Lo que proponemos desde ISDM es añadir una nueva capa de profundidad: comprender no solo qué ha pasado, sino también por qué ha pasado y cómo eso afecta a las personas y a los sistemas implicados.
Si logramos que abogados, jueces, mediadores y otros profesionales puedan ver los conflictos desde esta perspectiva, los procesos dejarán de ser solo espacios para dictar sentencias o cerrar acuerdos, y se convertirán en oportunidades para restaurar vínculos, generar equilibrio y prevenir futuros conflictos.
En definitiva, nuestro impacto ideal sería ayudar a construir una cultura jurídica más empática y sostenible, donde el Derecho siga siendo riguroso y técnico, pero donde también se valore la dimensión humana y relacional. Creo que este es el verdadero reto de la justicia del siglo XXI.
Hablas a menudo de “cambio de paradigma”. ¿Cuáles son, para ti, los grandes retos y resistencias de este cambio dentro del mundo legal?
Cuando hablamos de cambio de paradigma nos referimos a una transformación profunda en la manera de entender el Derecho, la mediación y la justicia. No se trata solo de incorporar nuevas técnicas o métodos, sino de cambiar la mirada: pasar de ver los conflictos como batallas que ganar o perder, a verlos como oportunidades para comprender, reparar y transformar.
Uno de los grandes retos es, precisamente, esa transformación interna. El mundo jurídico ha sido formado históricamente dentro de un marco muy racional y normativo, y eso ha generado una cultura muy estructurada y, a menudo, rígida. Añadir la dimensión emocional, relacional y sistémica puede generar incomodidad porque rompe patrones vigentes durante décadas, incluso siglos.
También hay resistencias personales: muchos profesionales han aprendido a protegerse emocionalmente para poder afrontar situaciones difíciles. Abrirse a mirar el conflicto desde otra perspectiva puede despertar emociones propias y eso no siempre es fácil de gestionar. Requiere valentía y compromiso con el crecimiento personal.
Pero, sobre todo, existen resistencias institucionales y estructurales. Los sistemas judiciales y las organizaciones funcionan bajo procedimientos establecidos, y cualquier innovación puede ser vista como una amenaza o una complicación. El reto aquí es demostrar que esta nueva mirada no resta eficacia, sino que la potencia, porque mejora los resultados y la satisfacción de las partes.
El gran desafío es lograr que el mundo legal entienda que incorporar la perspectiva sistémica no significa dejar de ser riguroso, sino añadir profundidad y humanidad a la práctica del Derecho. Y eso solo será posible si empezamos por el cambio personal de cada profesional.
¿Qué papel debería jugar la justicia restaurativa dentro de este nuevo escenario?
La justicia restaurativa es, sin duda, una pieza clave en este nuevo paradigma. Representa un cambio profundo respecto al modelo tradicional, que se centra sobre todo en establecer culpables e imponer castigos. En cambio, la justicia restaurativa pone el acento en reparar el daño, restaurar vínculos y reconstruir la confianza entre las personas y la comunidad.
En el marco de la mirada sistémica, la justicia restaurativa encaja perfectamente porque amplía la comprensión del conflicto. No solo se trata de responder a un hecho delictivo, sino de ver qué impacto ha tenido en todo el sistema: en la víctima, en el autor, en las familias, e incluso en la sociedad. Cuando entendemos esto, podemos crear espacios donde cada cual asuma su responsabilidad y encuentre un camino de reparación.
Creo que su aportación es doble: por un lado, humaniza el derecho penal, dando voz y protagonismo a las personas afectadas; y por otro, previene la reincidencia, porque trabaja sobre las causas profundas del conflicto y no solo sobre las consecuencias visibles.
En este nuevo escenario, la justicia restaurativa debería dejar de ser vista como un complemento opcional y pasar a ser una herramienta fundamental dentro del sistema judicial. Integrarla significaría dar a la justicia una dimensión más completa, donde la ley y la humanidad caminen juntas para generar paz social y transformación real.
¿Qué te dicen las personas que han experimentado un proceso con tu mirada sistémica? ¿Qué les sorprende más?
Lo que más me comparten es la sorpresa de descubrir dimensiones del conflicto que nunca habían visto antes. A menudo llegan pensando que el problema es puramente legal —una herencia, un divorcio, un litigio empresarial—, pero a medida que trabajamos juntos, se dan cuenta de que detrás hay historias familiares, emociones no expresadas y dinámicas invisibles que han estado influyendo en sus decisiones y relaciones.
Lo que más les impacta es ver cómo, cuando estas dinámicas salen a la luz y se reconocen, cambia completamente la manera de abordar el caso. De repente, aquello que parecía un muro infranqueable se convierte en un camino hacia la comprensión y, muchas veces, hacia la reconciliación.
También les sorprende la sensación de alivio y claridad que experimentan. Cuando una persona entiende no solo qué ha pasado sino por qué ha pasado, deja de sentirse atrapada en la culpa o la rabia, y eso abre la puerta a acuerdos más sólidos y decisiones más conscientes.
Para muchos, lo más revelador es comprobar que el proceso no solo resuelve un conflicto concreto, sino que transforma su manera de relacionarse, no solo en el ámbito legal, sino también en su vida personal y profesional. Este es, sin duda, el resultado más gratificante de la mirada sistémica.
También has acompañado organizaciones. ¿Cómo puede el Derecho sistémico ayudar a prevenir o resolver conflictos dentro de una empresa o institución?
El Derecho sistémico es muy útil en el ámbito empresarial e institucional porque permite ver los conflictos más allá de las apariencias, entendiendo no solo los hechos visibles, sino también las dinámicas internas que los provocan o los mantienen.
En una empresa, un desacuerdo puede parecer un problema de gestión o de comunicación, pero a menudo detrás hay roles confusos, desequilibrios de poder, lealtades invisibles o historias no resueltas dentro de la organización. La mirada sistémica nos ayuda a identificar estos patrones y a encontrar el lugar adecuado para cada persona y cada decisión.
Hay empresas donde el conflicto entre departamentos se repite una y otra vez, incluso cuando cambian las personas implicadas. Con un análisis sistémico, se puede descubrir que la raíz del problema probablemente está en una estructura desequilibrada, donde las funciones y responsabilidades no están claras. Cuando se pone orden en esto, los conflictos disminuyen de forma natural.
Aplicado a la prevención, el Derecho sistémico ayuda a establecer estructuras más sanas y procesos de toma de decisiones más transparentes. Esto reduce la posibilidad de que surjan tensiones graves. Y, en la resolución, ofrece herramientas para tratar el problema no solo con medidas legales o disciplinarias, sino también restaurando la confianza y el sentido de pertenencia dentro del equipo.
Si solo pudieras dar un consejo a un abogado joven que empieza, ¿cuál sería?
Le diría que no pierda nunca de vista la humanidad detrás de cada caso. Es fácil, sobre todo cuando se empieza, dejarse atrapar por el ritmo frenético, por los procedimientos, por el objetivo de ganar o de demostrar valía profesional. Pero detrás de cada expediente hay personas, historias y emociones que necesitan ser escuchadas.
El Derecho es una herramienta poderosa, pero no puede ser el único lenguaje que usemos. Conocer la ley es fundamental, pero comprender a las personas es lo que realmente marca la diferencia. Cuando un abogado aprende a mirar más allá de los documentos y a entender las dinámicas que sostienen un conflicto, no solo se convierte en un mejor profesional, sino también en alguien capaz de generar soluciones más justas y transformadoras.
Así que mi consejo sería: cuida tu formación técnica, pero trabaja también en tu crecimiento personal y emocional. La manera en que te relacionas contigo mismo y con los demás será la clave para acompañar a tus clientes con presencia, serenidad y conciencia.
Y a un profesional del conflicto (mediador, conciliador, facilitador) que siente que algo no encaja en sus casos, ¿qué le dirías?
Le diría que se detenga y mire más allá de lo visible. Cuando en un proceso de mediación o facilitación sentimos que, a pesar de seguir todos los pasos y utilizar las técnicas conocidas, algo no fluye, normalmente es porque hay dinámicas ocultas actuando en un nivel más profundo.
Esos bloqueos pueden tener que ver con lealtades invisibles, historias familiares, desequilibrios de poder o emociones no expresadas que no aparecen en el relato explícito de las partes, pero que condicionan totalmente su manera de participar y negociar.
Mi consejo sería abrirse a incorporar una mirada sistémica a su trabajo. Esto no significa dejar de lado las técnicas actuales, sino enriquecerlas con una comprensión más amplia que permita identificar las raíces del conflicto. Cuando eso ocurre, las soluciones que se encuentran no solo resuelven el problema inmediato, sino que también evitan que se repita en el futuro.
Y, sobre todo, le recordaría que este proceso empieza por uno mismo: revisar las propias emociones, creencias e historias personales. Cuando el profesional está centrado y conectado consigo mismo, puede ver los conflictos con más claridad y acompañar a los demás con más presencia y eficacia.
¿Con qué sueño profesional te acuestas hoy en día?
Con aportar conciencia a nuestra profesión y contribuir, desde la humildad pero también desde una profunda convicción, a una transformación profunda en la manera de entender y ejercer el Derecho y la Mediación. Sueño con un futuro en el que los conflictos no se vean solo como batallas que ganar o perder, sino como oportunidades para comprender, reparar y crecer.
Imagino abogados, jueces, mediadores y líderes de organizaciones trabajando desde un lugar más humano y consciente, capaces de ver no solo el caso que tienen delante, sino también las historias, emociones y sistemas que lo rodean. Profesionales que no se limitan a aplicar la ley, sino que también contribuyen a restaurar vínculos y generar equilibrio.
Sueño con que el ISDM se convierta en un referente internacional, un punto de encuentro donde cada persona que pasa por aquí se lleve una nueva manera de mirar, que no solo transforme su práctica profesional, sino también su propia vida y la de las personas con quienes trabaja.
En definitiva, mi sueño es que un día, cuando se hable de justicia, no solo se hable de sentencias, sino también de sanación, reconciliación, amor y paz social.
Enric Soriano i Ortín | Advocat Col·laboratiu & Mediador
enric@sorianoadvocats.com | www.sorianoadvocats.com
Lo sentimos, los comentarios están cerrados.